AUSENCIAS
Alfredo Jaar & Osvaldo Güineo Obando
Enero - abril de 2025
La exposición, Ausencias, presentó nuevas obras producidas para la ocasión por Osvaldo Güineo y Alfredo Jaar. Si bien a primera vista, las aproximaciones artísticas de ambos artistas —un artista textil chilote y un artista conceptual residente en Nueva York— no podrían parecer más diferentes al trabajar en diálogo, sus prácticas comenzaron a coincidir en la exploración mutua de la separación del edificio de su propio pasado, tanto como arquitectura (Jaar) como como iconografía (Güineo). Ambos fueron invitados por los curadores a visitar Contuy como preparación para la exposición, y una conversación los llevó a la decisión de crear un proyecto conjunto sobre lo que se pierde cuando un templo local se transforma en una galería para la contemplación estética. Trabajando tanto dentro como fuera del edificio para compartir sus obras con el público, Jaar y Güineo exploraron la historia de la Capilla de una manera que invitaba a la reflexión histórica y filosófica sobre el papel que la cultura juega en la transformación de espacios, de una forma de ritual a espacios para otra forma de ritual.

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Alfredo Jaar
Alfredo Jaar tomó como punto de partida esta transformación física ocurrida tras la desacralización de la Capilla y propuso recuperar la arquitectura original, que era menos cuadrada y más rectangular, con el altar ubicado más lejos de la puerta de entrada. En su ejercicio de memoria, un perfil reconstruyó los vértices de la antigua estructura, como un dibujo esquemático y esencial de un lugar de encuentro. Este espacio vacío, que antaño formaba parte de la histórica capilla, fue redibujado linealmente con madera, y dentro de sus límites, Jaar plantó un pequeño jardín, densamente poblado de flores azules que evocan la plenitud y la belleza de la vida de los antiguos habitantes. La ausencia y la presencia en esta obra hablan de nuestro propio papel como participantes, de un lugar donde lo tangible y lo intangible, la contemplación y la meditación, son posibles porque existe un espacio físico que los alberga.
Mirando atrás en el tiempo, la superposición de múltiples ausencias nos remonta a la campaña de la corona española, que durante siglos intentó convertir al catolicismo a los habitantes indígenas de este remoto rincón del lejano imperio. Esta memoria religiosa histórica quedó plasmada en la arquitectura, la cultura y la iconografía en numerosos aspectos y lugares del archipiélago. Sin embargo, para la capilla, este legado terminó el día en que los feligreses de Contuy decidieron renovar su estructura y vender su madera para leña. La delicada arquitectura espacial de Jaar recuperó un lugar sin límites, muros ni cielo, abierto a la nueva vida que comenzaba a emerger de la tierra.
Osvaldo Güineo
Justo cuando Jaar dirigía nuestra atención al exterior del edificio, Osvaldo Güineo presentó dos textiles de lana de oveja dentro de la capilla que, paradójicamente, llamaron la atención sobre la ausencia de iconografía religiosa en el lugar. En una pieza, Güineo delimitaba el altar, ahora desaparecido, y ofrecía una representación tradicional de San Miguel Arcángel, quien sostiene una balanza en una mano como símbolo de justicia y una palabra guerrera en la otra. Como el guerrero que expulsa a Satanás al infierno, Miguel es al mismo tiempo quien asegura que la justicia divina sea indiferente al estatus social de una persona. La segunda pieza colgaba detrás del santo. Era un rectángulo negro teñido con fibras vegetales, con un ramo de flores de color rojo intenso en el centro. Ambas piezas fueron elaboradas con la técnica del kelwo, una tradición textil huilliche recuperada por Osvaldo, que consiste en tejer horizontalmente sobre una estructura de cuatro vigas apoyadas en el suelo.
Al traer métodos ancestrales al presente, Güineo no solo reflejó la antigua función ceremonial del edificio, sino que también sirvió como recordatorio de la persistencia cultural de los pueblos indígenas; conocimientos y prácticas relacionados con la espiritualidad, la naturaleza y los ecosistemas, dimensiones culturales cada vez más revisitadas y demandadas. Esta mezcla cultural de lo ancestral y lo religioso, tan característica del Archipiélago de Chiloé, ha hecho posible que santos y figuras sagradas formen parte de la vida cotidiana y las celebraciones, y sean vistos hoy como portadores de una sabiduría tanto antigua como contemporánea, lo que explica su constante presencia en diversos contextos de manifestaciones artísticas, artesanales y religiosas.












