TEJIENDO LA ISLA
Silvia Rivera e Ismenia Duamante
Septiembre - diciembre de 2023
Crear cosas con nuestras manos puede ser una forma de transformar el momento presente, haciéndolo materialmente legible mediante la actividad manual. Las chilotas Silvia Rivera (pintura) e Ismenia Duamante (cestería) forman parte de un ecosistema cultural de artesanos y artistas en expansión y cada vez más visible. Rivera, pintora autodidacta, busca desarrollar composiciones pictóricas que recuperen la magia de sus recuerdos e imaginación infantil, donde la realidad y la fantasía se fusionan con naturalidad. Duamante sigue una práctica ancestral multigeneracional de recolección, preparación y domesticación de vides y fibras de bosques cercanos, transformándolas gradualmente en formas tanto utilitarias como representativas.


Silvia Rivera
Silvia Rivera Barrientos, residente y trabajadora en Castro, fue consciente desde pequeña de su vocación de pintora, pues siempre supo que su destino estaba en el arte, aunque no pudo dedicarse a él dadas las limitaciones de su vida familiar y, posteriormente, laboral. Paralelamente, Silvia llenaba pequeños cuadernos —un hábito que nunca abandonó— con bocetos y anotaciones de las pinturas que algún día realizaría de mayor. Participando en un concurso escolar de pintura, ganó un premio anticipado que le permitió viajar a España para visitar museos de arte, confirmando así que el arte sería su vocación. Al encontrarse cara a cara con las obras maestras de Velázquez, Goya, Rembrandt y Rubens, comprendió intuitivamente de qué se trataba: cómo la expresión se sustentaba en una arquitectura que se revelaba misteriosamente en el ritmo de las pinceladas, la legibilidad de los colores y los gestos.
Años después, Rivera compró sus primeros pinceles profesionales, tras lo cual pudo pintar con libertad. Desde entonces, nunca ha quedado del todo claro si las imágenes que pinta provienen de su memoria o si son un sueño chilote del pasado y el futuro de la comunidad. Conviviendo con vecinos, familiares y amigos, sus escenas animan la vida cotidiana de un Castro lleno de tradiciones, leyendas y costumbres.
Las pinturas de Rivera tienen una función social y sanadora, a través de escenas provenientes de diversas fuentes, tanto recordadas como imaginadas. Representan cómo era la vida antes, cómo el fogón chilote unía a la gente, cómo la gente en sus hogares vivía en una solidaridad empobrecida, o cómo se comunicaban en las calles, en barcos y en el tren ahora desaparecido. Su libertad imaginativa oscila fluidamente entre la mitología, la historia y la realidad, y sus pinturas sirven como ventanas a la memoria, mostrándonos en 2023 la desaparecida estación de tren de Castro o los omnipresentes palafitos que coexisten con el barco fantasma Caleuche, con la Pincoya, protectora de las aguas, o con Trauko, cuidador de los bosques, con el gallo que anuncia milagros y desgracias, y el caballo alado que anima a una comunidad que lucha por transmitir su cultura a las generaciones futuras.

Ismenia Duamante
La cestera williche Ismenia Duamante vive y trabaja en el sector Agoni Alto, en la comunidad de Queilén. Ismenia, junto con su madre, recolecta diversos tipos de carrizo, como jonquillo, manila, totora y boqui, especies cada vez más escasas cerca de su casa. Con estas fibras naturales, comienza la urdimbre y la trama que progresivamente adquiere diversas formas, desde lo utilitario y funcional hasta lo puramente decorativo, para uso doméstico y familiar, como modelos para la enseñanza en talleres y para uso comercial. Las diferentes formas que produce cumplen con el objetivo de resolver problemas domésticos y funcionales, lo que incluye embellecer el entorno cotidiano.
Ismenia comenzó a trabajar como resultado de una tradición familiar. Aprendió su oficio a través de la observación temprana, viendo cómo su madre y su abuela transformaban fibras que horas antes formaban parte de la belleza del paisaje. Los materiales siempre estaban ahí, entre barrancos y colinas locales, en humedales y bosques cercanos. La casa está equipada con haces de fibras de diferentes colores y formas, cada una con un tratamiento de preparación distinto.
Aunque el taller de Ismenia se encuentra a sólo unos metros de la casa, los espacios alrededor de la cocina son esenciales para organizar las diferentes etapas del proceso de cestería, de modo que lo que se trabaja en el taller ha hecho su recorrido pasando por el fogón donde se cocinaba, y posteriormente por los distintos espacios de la casa donde se secaba.
Una vez que los palitos están secos y la consistencia de la fibra permite que se ablande entre los dedos, comienza la etapa final del proceso. En el momento de tejer es cuando Ismenia siente el movimiento natural de sus dedos, como si sus manos formaran parte de una danza silenciosa que transforma el caos visual y las matemáticas intuitivas en un patrón rigurosamente geométrico. Ya sea vacío o lleno, triangular o cuadrado, cónico o cilíndrico, la forma emergente que da forma a una cesta, una lámpara o un frutero se reconoce rápidamente. Una vez en uso, una geometría viva se proyecta a través de las luces y sombras que juegan con el suelo y las paredes, enriqueciendo la apariencia del mundo cotidiano mediante la calidez de la fibra y las infinitas sutilezas que habitan en los tonos ocres, verdes y amarillos.











